Una cata teatralizada en cuatro movimientos
El pasado 5 de julio, el viñedo de Bodegas Robles se convirtió en escenario de La Mística del Vino, una cata dramatizada concebida por Juan Carlos Villanueva, con música en directo de Manuel Molina al piano. Una propuesta singular que reunió a 140 personas (lleno absoluto) bajo el cielo abierto, dentro del programa Arte Reunido de Robles.
La pieza se estructuró en torno a cuatro emociones universales: amor, alegría, dolor y esperanza. A través de textos clásicos y creaciones originales, se tejió un diálogo entre dos almas: la del vino y la del ser humano. Como dijo Villanueva:
«Hoy, aquí y ahora, os invito a un viaje enológico-dramático en el que iremos mucho más allá de lo que nos permiten nuestros cinco sentidos. Y lo vamos a hacer a través de todo lo intangible: el amor, el dolor, la alegría… para llegar a la emoción, a la espiritualidad. Al alma.»
Fino: el amor puro
El recorrido comenzó con el vino Fino, asociado al amor más honesto y esencial. Villanueva lo considera el vino más puro y origen de todos los vinos en Montilla-Moriles.
Su carácter limpio y directo conectó con la poesía de Garcilaso de la Vega (“Yo no nací sino para quereros, / mi alma os ha cortado a su medida…”) y de Lope de Vega (“Desmayarse, atreverse, estar furioso, / así es el amor, quien lo probó lo sabe”), explorando el amor como entrega y misterio.
Oloroso: la alegría y la espiritualidad
El Oloroso simboliza la mística profunda del vino. De evolución lenta y crianza oxidativa, representa un proceso de introspección, intensidad y elevación espiritual.
Su expresividad resonaba con los versos de San Juan de la Cruz (“Llama de amor viva, / que tiernamente hieres / de mi alma en el más profundo centro…”), evocando el alma como caverna donde habita lo divino. El Oloroso, con su color cobrizo y su densidad, se convertía en una presencia sagrada.
Vermut: dulzura y sensualidad
El tercer movimiento lo protagonizó el Vermut, ese vino macerado en plantas aromáticas que destila placer y tentación. Representa la dulzura que no es ingenua, sino sensual, página de un deseo que también puede ser trágico.
Se invocaron los ecos de Federico García Lorca y su Romancero Gitano, donde se funden pasión, deseo y destino. El Vermut era ese «sabor que ninguna amargura corrompe», la tensión entre lo dulce y lo oscuro. El Vermut evocaba una sensualidad profunda, compartida desde el ritual.
Espumoso: La esperanza y la celebración
El cierre llegó con el vino espumoso, el vino que celebra, que eleva. Su burbuja simboliza la vida que se renueva, el instante que estalla en alegría.
Fue acompañado por los versos de Mario Benedetti: “Aún hay fuego en tu alma, / aún hay vida en tus sueños”. El espumoso cerraba el viaje como un canto a la resistencia, un brindis por lo que queda por venir, un recordatorio de que la emoción compartida también es forma de esperanza.
Una experiencia de los sentidos y del alma.
La Mística del Vino fue mucho más que una cata. Fue un rito contemporáneo, una celebración donde el vino se hizo palabra, cuerpo, música y poesía. Una liturgia que tocó lo esencial: lo que somos cuando sentimos.
Organiza
Ademo, Singular Show, Ayuntamiento de Montilla, Bodegas Robles, Ministerio de Cultura y Deporte del Gobierno de España






